Vemos muy claramente por el relato de los Evangelios que
Jesús pasó por las experiencias normales de una
vida humana, aparte del pecado. Nació de madre humana,
creció en sabiduría y en edad; padecía
hambre, sed y cansancio; comía y dormía. Se
afligía y se gozaba en Su espíritu y en Su alma.
Fue tentado del diablo, pero sin ceder a la tentación, y,
como Siervo de Jehová, vivía una vida caracterizada
por la oración y la fe, pues nunca empleó Su poder
divino para eludir las consecuencias de Su humanidad. Por fin
murió y fue sepultado. Su humanidad no cesó con la
resurrección, sino que existe glorificada a la diestra de
Dios: Hay «un solo mediador entre Dios y los hombres:
Jesucristo hombre» (1 Ti. 2:5 Porque hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre.; Lc. 24:37–40 Entonces, espantados y
atemorizados, pensaban que veían espíritu.
38 Pero él les dijo: ¿Por qué
estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos
pensamientos? 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo
soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. 40 Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies.)
JESÚS ES LLAMADO HOMBRE.
JESÚS ES LLAMADO HOMBRE.
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