Está bien cuestionarse las cosas. En mi tiempo libre suelo ponerme a pensar en el "porqué", "para qué" y "como" de las cosas.
Recuerdo que cuando pequeña estaba en el supermercado con mis papás, me alejé de ellos para ir a buscar unas galletas, claramente, ellos no lo notaron, yo sólo me fui hacia ese pasillo. Cuando volví felizmente junto a mis queridas galletas al lugar en donde mis papás estaban anteriormente, estos habían desaparecido. Uh. ¿Qué iba a hacer ahora? Comencé a llorar, nerviosa. Esperé lo peor. Me dije a mí misma: "Me dejaron aquí". Cuando de pronto, sentí que alguien me abrazaba, mi mamá. La abracé y todo volvió a la calma.
Jesús también se perdió. En un templo y tiempo diferente, pero se perdió. Sintió la desesperación de estar solo y luego se calmó.
Solemos creer que Jesús es quién es superior a nosotros. Que él junto a Dios sólo nos castigan. Lo que se nos olvida es que Jesús fue alguien como nosotros. Y si pensamos en esto, entendemos que quizás él no es tan malo como crees, que se equivoca, como tú y al saber esto, quizás ya no parece tan bien juzgarlo, digo, ¿Es divertido ser juzgado?
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